domingo, 6 de abril de 2014

Alfonso Reyes

"La revista literaria y el periódico literario son ya dos estratos inconfundibles, dos niveles intencionalmente distintos. El periódico no sólo se distingue por su extensión sino por la intención: la revista procura ser una breve antología de obras literarias en verso y en prosa, en tanto que el periódico ofrece su principal interés (aunque todavía deje el sitio de honor a la parte antológica) en las noticias sobre escritores o libros, en el rumor de abejero artístico, en el aroma de  vida literaria que trae entre sus páginas. Es un tono menos poético y un tono más práctico que la revista. Va dejando de ser la diminuta biblioteca de páginas escogidas,  y es, cada vez más, estuche de instrumentos y gaceta de avisos para el trabajador literario. Si acepta aún fragmentos de libros o verdaderos artículos, tienen que ser cortos, por la escasez del espacio de que dispone; si aborda la crítica, procura las conclusiones rápidas y las fórmulas epigramáticas.  Todavía se resiente de la forma y el espíritu de la revista –que, al cabo, ha sido su matriz, y no deja aún de ser su modelo. Pero ya, entre la revista y el periódico, hay la diferencia que media entre el dibujo sombreado y con relieves de claroscuro, y el dibujo de simple línea o contorno. Mucho más sentimental, la revista; mucho más intelectual –en tendencia, al menos-, el periódico. Más pintura, en aquélla; pero en éste, más geometría. Allá, todo un cuadro. Acá, un esquema."
    "Acaso esta atomización del producto literario sustituye a lo que en otro tiempos era el salón o a lo que era también el trato epistolar; a lo que más tarde ha sido el café. La tertulia, la conversación literaria, van pasando de la viva voz a la palabra estampada...ese tono medio de voz que correspondía a la carta literaria, pocos se atreven a derramarlo en sus libros, y no siempre los que lo hacen son bien entendidos."

Propósito Monterrey. Correo Literario de Alfonso Reyes 1, junio de 1930.
"Monterrey", hoja literaria que Reyes fundó, escribió y distribuyó como un correo literario de sus impresiones, apreciaciones e intereses, mientras era embajador de México en Brasil.